La felicidad convertida en indicador

El pasado 20 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Felicidad, día establecido por la ONU y momento en que publica su informe anual sobre “felicidad” a nivel mundial (WHR 2019). En consonancia, muchas consultoras de investigación social y de mercado realizan sus propias encuestas al respecto, cuyos resultados suelen mostrar tendencias y comportamientos bastante diferentes.

Antes de entrar al detalle, es importante dejar establecido que prácticamente no existen estudios serios sobre el tópico “felicidad” a nivel comparativo entre países, pues hay fenómenos de carácter tanto individual como colectivo que dificultan tal comparación. Desarrollo un ejemplo que seguro les será familiar a quienes se dedican a la investigación, y sobre todo, a quienes hemos realizado estudios cuantitativos sobre el tema:

Ante una pregunta inicial del estilo “¿Qué tan feliz está Ud. con su vida?”, seguida de preguntas sobre la felicidad de sus cercanos y no tan cercanos, los resultados muestran que la gran mayoría se considera, por ejemplo, más feliz que su familia, mucho más feliz que el vecino, y muchísimo más feliz que el resto del país… ¿Es esto razonable?… Al menos habría que considerar “curioso” que todas las personas sean más felices que el resto, a menos que hayamos elegido justo a las personas más felices del país… Claramente esa no es la razón.

Es en Chile, de todos los países que he investigado, donde esta tendencia a declararse feliz, o al menos no infeliz, aparece con mayor fuerza (ver gráfico 1), siendo al mismo tiempo el país que lidera sistemáticamente el ranking de depresión elaborado por la Organización Mundial de la Salud. Por lo que habría que preguntarse ¿cuál es el rol social que desempeña el declararse feliz?

En este aspecto, WHR 2019 elaborado por la ONU es bastante más parsimonioso al respecto, y si bien elabora un ranking con gran impacto mediático (los seres humanos amamos compararnos), su foco es analizar qué factores podrían estar incidiendo en una medida de bienestar que no es directamente “felicidad” sino, más bien, una evaluación de su vida en una escala de “0” a “10”, donde “0” significa “la peor vida posible” (the worst possible life) y “10” “la mejor vida posible” (the best possible life). Además, todo parece indicar que toman la sabia decisión de ubicar la pregunta global luego de una serie de preguntas sobre la situación país (percepción de corrupción, grado de libertad para tomar decisiones de vida, etc.), impulsando cierto grado de reflexión para reducir el mencionado sesgo de deseabilidad social; en investigación social el orden de los factores sí altera el producto.

Es así como el estudio de Activa Research puede ubicar a Filipinas como el país más feliz del mundo (ver gráfico 2), y el WHR ni siquiera considerarlo entre los 50 países (ver gráfico 3) más felices del mundo. De hecho es muy usual que en encuestas con preguntas directas sobre felicidad, como el de Activa Research, los países Latinoamericanos aparezcan en las primeras posiciones del ranking.

En definitiva, si un investigador desea llevar a cabo la empresa de generar un indicador de felicidad comparativo, lo recomendable es construirlo en base a otras preguntas que, en su conjunto, construyan el indicador de manera indirecta. Para realizar esto de manera rigurosa, es necesario combinarlo con otras metodologías, idealmente de índole cualitativo, que permita ir descubriendo qué aspectos, comunes entre países, podrían ser un buen predictor de la “felicidad”, donde la pregunta directa de felicidad se utilice como variable de diagnóstico (secundaria) y no como objetivo. De otro modo, sólo estaríamos buscando un titular y no generando conocimiento.

Hay un gran distancia entre una encuesta y una investigación.

Related posts:

A few years ago I discovered something strange: “Mental image” is a far more literal phrase than I had ever believed. It turns out that the majority of people really can “see” things that aren’t in…